Que el día a día te vaya “poniendo a prueba” para que te des
cuenta si sos capaz de sostener tu paciencia, de sostener tu equilibrio, es
algo que hasta me resulta divertido.
Hablando de paciencia, anoche cuando me acosté pensaba: es
una acción que hay que alimentarla, poco a poco, desarrollarla, pero hay algo
que quiero dejar muy en claro, algo que, como todo lo demás, he aprendido.
La paciencia no significa que debo soportar todo, con una
sonrisa, y a ese “todo” me refiero a: insultos, maltratos físicos y
psicológicos, personas toxicas, y todo aquello que nos haga cambiar la cara,
que nos quite la fuerza, que nos haga entristecernos.
Lo que para mí significa es que debemos tenerla para no
exaltarnos, para no ponernos a la par del otro, porque, si insulto como lo está
haciendo la otra persona, estoy siendo exactamente igual a ella. Respiremos,
pongámonos un poquito en el lugar del otro aunque cueste, pensemos que le está
sucediendo, por qué está actuando de esta manera, y una vez logrado, dejémoslo
ir, soltémoslo con amor, y sigamos con nuestra vida, nada ni nadie “puede
hacernos feliz sin nuestro consentimiento”, eso significa que, si me dejo
alterar por el otro, es que le estoy dando permiso para que lo haga.
Repito: soltémoslo con amor, llenémoslo de luz y sigamos
nuestro camino
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