Somos responsables de nuestros propios actos. Frase ya
gastada, que la dice todo el mundo pero nadie le da importancia.
Porque será que cuando algo nos sucede le echamos la culpa
a Dios, a los santos, al prójimo, etc?.
Es difícil ser maduros, adultos en ese momento y decir: “hice las cosas mal,
estoy pagando las consecuencias, nada ni nadie es responsable por lo que me sucede,
no pensé al momento de actuar”, esto es algo que, si lo aprendiésemos tan
rápido como culpamos, nos ayudaría a sobreponernos a los errores que cometimos
de una manera veloz, solucionando lo que nos sucedió, arrancando de nuevo en un
camino diferente.
Cada vez que algo nos salga mal, sentémonos a pensar en lo
ocurrido, hagamos hincapié allí, donde “metimos la pata”, preguntémonos porque
actuamos así, lloremos, gritemos, insultémonos a nosotros mismos, porque no?, y
después, solo después, cuando nos hayamos vaciado de nuestras broncas,
empecemos a ver que le sacamos de positivo a lo sucedido (por lo general es el
aprendizaje), y comencemos a planear nuevamente.
A ver, vamos a seguir cometiendo errores, pero ya no serán
los anteriores si realmente hacemos las
cosas como es debido, y los que vendrán, serán mucho más leves y no nos
perjudicaran tanto como los anteriores.
Vamos! Seamos adultos y actuemos como tales, caigámonos pero
no culpemos a nadie diciendo que nos pusieron la pierna para que tropecemos, hagámonos
cargo de nuestras propias piedras, pero levantémonos tan rápido sea posible
para encarar esto bellísimo que es LA VIDA!