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jueves, 9 de junio de 2011

MI VIDA



Llegamos a Morón, provincia de Buenos Aires. Uff...nueva vida, nuevos amigos, y sobre todo…buscar trabajo.
Adaptarme no era dificultoso para mí, no voy a negar que siempre fui muy tímida, pero solo dura minutos hasta estudiar bien en el terreno en el que me encuentro y ahí arranco.
Mi primer trabajo fue en una casa de bijouterie y bolsos. Un grupo fantástico de gente, aunque me llevaba mal con el dueño, pero lo pude soportar durante casi tres años. Mi situación sentimental? Jajajaja….siempre “enamorada” de alguien ,pero oh casualidad!, estaban de novios y uno, hasta estaba casado, cuando me entere de esto, fui hasta la iglesia y de rodillas pedí perdón al Señor por haberme fijado en alguien que ya había puesto la firma, esta fue la primera y última vez que cometería el delirio de pedir “perdón”…no estaba cometiendo delito alguno, yo no sabía de su situación y lo mejor de todo, es que entre él y yo nunca paso nada más que miraditas, saludos y sonrisitas.
Entre mi adolescencia y esos tres años en Baires no me sentí bien con mi persona. Siempre fui de baja autoestima, y el que los chicos solo me miraran, sonrieran y saludaran, no ayudaba mucho. Necesitaba hacer algo más con mi vida aparte de trabajar, así que decidí empezar un curso de inglés (“decidí” es un decir, fue mi hermano mayor quien se dirigió directamente al instituto y me anoto).
Allí comencé a ser amiga de una chica la cual no recuerdo hoy su nombre.  Un día salimos a bailar y conocí a un muchacho, el cual me impacto muchísimo. Me iba a buscar al trabajo y nos veíamos lunes, miércoles, sabados y a veces domingos.
Por Dios!, recuerdo el día que quería llevarlo por primera vez a casa y le pedí a papa arrodillada que le hiciera una sonrisa! Jajaja. Les cayó bien, se encariñaron con él, pero lo nuestro no funciono, con el tiempo me di cuenta que era porque no teníamos sexo.
Yo estaba criada a la antigua, y más tarde, haciendo terapia, descubrí que siempre estuve pendiente de lo que mis padres dijeran, si, ya se…si lo hacía no tenían forma de enterarse, pero yo penaba que mi cara y mis actitudes me delatarían, así que lo nuestro termino, eso sí, fue al único hombre que le rogué que no me dejara…nunca más volví a hacerlo.
Por un tiempo estuve sola, había cambiado de trabajo, me enamoraba una y otra y otra vez de esos amores que yo consideraba “imposibles”, hasta que me puse de novia con un muchacho cinco años menor que yo. Cuanto pudo haber durado?, nunca supe porque los hombres menores que yo se fijaban en mí, si bien no aparente nunca la edad que tenía…no me quedaba otra que quedarme con ellos ya que los de mi edad y los mayores no me registraban.
A todo esto, yo ya había tenido mi “primera vez”, algo de lo que no quiero hablar porque no tengo los más gratos recuerdos, y…que al pasar los años me di cuenta que me marco para volverme aún más cerrada y fría, y no solamente eso…sino que nunca me dejo hacer el amor…sino a tener solamente sexo. Contando todo esto, me doy cuenta que hasta ahí también llego mi egoísmo, si supuestamente yo estaba “enamorada”…porque  solo tenía sexo con ese hombre y no sentía que podía ser algo más?. Sera porque tenía a esa persona a mi lado para no sentirme sola y lo que sucedía físicamente era solo para complacer al cuerpo?..ay...que lio me hice!!!



jueves, 2 de junio de 2011

MI VIDA


Mi adolescencia es algo de la cual no tengo los más gratos recuerdos. Siempre fui muy cerrada, curse en cuatro colegios diferentes, así que, por lógica, todos los años me “enamoraba” de uno diferente y sufría por todos ellos, porque no me “daban bola” …claro!!!, como iba a suceder eso si a nadie le contaba lo que me pasaba???. Quizás esperaba el milagro de que alguien fuese capaz de poder entrar en mi interior y averiguarlo sin darme cuenta de que iba a ser un poquitín difícil que eso sucediera.
Dejando por un rato de lado mis situaciones sentimentales, voy a hablar de cómo era yo con respecto  los demás: FRIA, sí..era fría y cuando nos mudábamos, no lograba extrañar a nadie, años después descubrí que tal vez, era una coraza que fabricaba en mi corazón para no sufrir cada vez que debía “desprenderme”  de mis amigos, y tanto había bloqueado mi mente de todo…que ni siquiera había aprendido a crear proyectos.
Un día, a poco de terminar quinto año, mama me pregunto qué planes tenia para cuando egresara, le conteste: “NINGUNO”, que triste no?, como puede ser que una adolescente de 17 años ni siquiera supiera que carrera seguir un vez que se hubiera graduado?.
En febrero de 1990, debía tener más o menos decidido que estudiar, arrastraba conmigo Matemáticas de cuarto año (esta materia y yo hasta el día de hoy no somos compatibles), me decidí por el profesorado de hipoacusicos, pero no me aceptaban con una previa. Me dije “BUENO, VAYAMOS POR LA OTRA OPCION QUE TANTO ME ATRAE: CRITICA DE CINE”, la respuesta  fue NO!, carrera muy cara de la cual mis padres no estaban en condiciones económicas de sustentar. Qué hacer ante tanto desanimo?. Nunca había sido una buena alumna, no porque no diera la inteligencia, se debía que no me gustaba estudiar, no para dar un examen, a mí me conformaba con saberlo para mí y punto. Cada vez que me presentaba a una evaluación, sentía tanta presión que mi mente se ponía en blanco, así que me la pase durante cinco años rindiendo en diciembre marzo y junio.
No había muchas carreras que me atrajeran, o mejor dicho, como típica geminiana…quizás me gustara un poquito de todo, así que me decidí por Ciencias de la Información (periodismo), carrera que solo se da en Córdoba, era la única en la que me aceptaban con una materia previa.
En toda la secundaria mama me había acompañado a mi primer día de clases, pero ya contaba con 17 años (ya que cumplía los dieciocho n mayo), y no podía ir con ella (seria vergonzoso pero a su vez me sentía sola), así que me anime y le hable al primer chico que  se encontraba solo sentado en el tronco de un árbol. Él era de La Pampa, que mejor que entablar conversación con una persona que no tenía amigos aun?,  fue así como conocí al primer amor de mi “adultez” jajajaja, poco a poco fui haciéndome de un grupo en el cual me hacían sentir muy cómoda ya que era la más “chiquita” al comenzar el año lectivo.
Obviamente y como siempre con el pampeano nada paso, solo miraditas en las cuales yo me convencí de que el sabría que me gustaba….pero no, que ilusa, perdiéndome siempre de vivir quizás los mejores momentos pensando que la gente era adivina y que con solo fijar mi vista en ellos, tendrían en claro mis sentimientos.
A los dos años, me dicen mis padres que nos mudábamos a Buenos Aires…por Dios!..perder al que me gustaba ese año! (ya no era el pampeano, era otro muchacho al cual le estaba dando a entender a través de mis ojos lo que me pasaba). Ya me sentía cansada, dejar a mis amigos, mi carrera, mis bailes de los sábados en el Comedor Universitario, no contaba con muchas ganas de comenzar de nuevo, otra no quedaba, papa no me iba a dejar sola en Cordoba, por más que mi abuela estuviera allí, así que…para Baires arrancamos, eso sí, cuando puse un pie en el micro…me prometí nunca más volver a donde vivía, empezaba a desprenderme de parte de mi pasado.
Y hasta aquí llegue con una parte de mi vida, en una de las provincias más hermosas de la República Argentina

miércoles, 1 de junio de 2011

MI VIDA



Hay un solo hombre al que desearía volver a ver: al chico que conocí cuando vivía en Córdoba y ambos  teníamos 12 años. Me lo presentaron mis amigas porque dijeron que el “gustaba de mi” (aquí me sonrojo), no voy a olvidar hasta el día de mi muerte lo que me causo verlo la primera vez…casi me desmayo!!!, tuve que pedirle a mi amiga que me deje pasar  al baño para lavarme la cara, ay!! Que nervios sentía!, pero no podía decir nada porque en este caso, si actuaba el TRAUMA: papa y mama pensaban y recalcaban que no podía mi mente estar  ocupada por un niño, debía estar llena de pensamientos de estudio, el terminar la primaria era primordial.
Fue ese amor que guardas en secreto (digo AMOR sin saber si realmente lo fue), pensaba en el por las noches, mi corazón saltaba de alegría cada vez que me lo cruzaba por la calle, pero ni él tenía idea  de lo que me sucedía. Se parecía a LUIS MIGUEL en esa época. Un día, cuando mama me anuncia que debíamos mudarnos, sentí que iba a morir, (creo que a partir de ahí empecé a aprender a no extrañar), mi prima me había prestado un casete del cantante y pase toda la noche llorando y pensando en FABIAN, si, así era su nombre. Nunca hubo una despedida.
Al año siguiente, comencé la secundaria en un colegio de ese barrio, pero yo vivía en otro que quedaba a una hora de distancia. De lunes a viernes, durante todo el año lectivo, cada vez que iba a esperar el colectivo para volver a casa, miraba para todos lados con esa esperanza de verlo…jamás sucedió.
Hace aproximadamente 3 años, empecé a buscarlo por el internet, pero nada, había muchos con el mismo nombre y apellido, pero de los que pude contactar, ninguno había vivido n Barrio Pueyrredón, Córdoba. Aun hoy…daría cualquier cosa por volver a saber de él.